La anáfora, proviene del latín "anaphora", consiste en la reiteración de un término o expresión al inicio de varias oraciones encadenadas que componen un párrafo o estrofa y es un recurso literario muy utilizado por los autores para darle cierto ritmo al texto.
Ejemplos de anáfora
Mira el viento que sopla en este valleMira el valle que bordea la montañaMira la montaña que sostiene la casaMira la casa que toca el cielo construida en la montaña
Busca el pájaro que vuela contra el vientoBusca la flor que florece en el valleBusca el árbol que crece en la montañaBusca la niña que crece en la casa construida la montaña
Nada te impide salir de la casaNada te impide correr por el valleNada te impide sobrevolar la montañaNada te impide vivir
El efecto que produce la utilización de la anáfora en un texto es parecido al de la aliteración. Los autores lo usan para llamar la atención del lector u oyente. El ritmo que se produce al repetir varias veces las mismas palabras al inicio de una frase produce un efecto de llamada de atención a la vez de facilidad en la lectura.
Analizamos en profundidad la anáfora
También llamamos anáfora a en un texto en el que se utilizan una o varias palabras que hacen mención a un tema referido anteriormente. En este caso el objetivo de la utilización de este recurso literario es el de no reiterar algunas palabras. Se pueden citar infinidad de ejemplos de anáforas utilizados en este sentido:
- La niña se llama María, ella es hija de Pedro y Pilar
- El pájaro desapareció en el horizonte, aquél ave nunca volvió a ser visto en la aldea
- Una mesa pequeña y roja, eso es lo que necesito para mi habitación
- Leímos el cuento en voz alta, lo leímos antes de dormirnos
- Juan llevaba la mochila en la espalda, la llevaba sin darse cuenta del peso que sostenía sobre sus hombros.
Si revisamos textos literarios, podemos encontrar ejemplos de la utilización de este recurso gramatical en versos de grandes poetas como Quevedo, Miguel Hernández o Garcilaso de la Vega.
"Temprano levantó la muerte el vuelo,temprano madrugó la madrugada,temprano está rodando por el suelo.No perdono a la muerte enamorada,no perdono a la vida desatenta,no perdono a la tierra ni a la nada".
Estas líneas son parte de un poema de Miguel Hernández, escritor nacido en Orihuela (Alicante) el 30 de Octubre de 1910.