La basura orgánica es aquella que proviene de materiales biodegradables, es decir, aquellos que pueden ser descompuestos por microorganismos como bacterias y hongos. Esta clase de basura incluye restos de alimentos, hojas y ramas de árboles, flores, y cualquier otro material que haya sido producido por seres vivos.
Uno de los mayores problemas a nivel mundial es la cantidad de basura orgánica que se produce. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), alrededor del 30% de todos los alimentos producidos en el mundo son desperdiciados, y gran parte de ese desperdicio acaba en vertederos y contribuye a la contaminación del medio ambiente.
Además de causar daños al ambiente, el exceso de basura orgánica también supone un gasto innecesario para las comunidades y los gobiernos. El tratamiento y eliminación de la basura orgánica requiere de recursos valiosos como energía y agua, y a menudo se debe transportar a largas distancias para ser desechada adecuadamente.
La basura orgánica es un problema importante en muchas ciudades del mundo, ya que si no se gestiona adecuadamente puede causar malos olores y contaminación en las calles y en el medio ambiente en general. Además, al descomponerse, la basura orgánica libera gases como el metano, un potente gas de efecto invernadero que contribuye al cambio climático.
Gestión de la basura orgánica
Una manera de gestionar la basura orgánica es mediante el compostaje. El compostaje es el proceso de descomposición de la basura orgánica por medio de microorganismos en un ambiente controlado. El resultado final del compostaje es un abono natural que se puede utilizar en jardines y huertos para mejorar la calidad de la tierra y promover el crecimiento de plantas y vegetación.
Otra forma de gestionar la basura orgánica es mediante la digestión anaerobia. La digestión anaerobia es un proceso en el que microorganismos descomponen la basura orgánica en ausencia de oxígeno. Durante este proceso se producen biogás y un residuo líquido que pueden ser utilizados como fuentes de energía y fertilizante, respectivamente.
En algunas ciudades, se promueve la separación de la basura orgánica de la no orgánica en las casas y edificios. Esto permite que la basura orgánica sea tratada de manera adecuada y no se mezcle con otros tipos de basura que no pueden ser descompuestos.
Por último, otra forma de reducir la cantidad de basura orgánica es a través del reciclaje. Muchos alimentos y otros materiales biodegradables pueden ser reciclados y convertidos en productos útiles, como aceite de cocina reciclado o plástico biodegradable.
Ejemplos de basura orgánica
