Se llama costo de oportunidad a todo aquello de lo que decidimos prescindir o abandonar cuando tomamos una decisión. Por ejemplo, cuando aceptamos una oferta de trabajo en una ciudad o país distinto del que vivimos estamos aceptando que el traslado supondrá tener menos relación con nuestra familia y amigos, tener que adaptarnos a una nueva ciudad y cambiar de compañeros de trabajo. Si hablamos en el sentido puramente económico, que realmente es de donde nace esta expresión, el costo de oportunidad se refiere al coste una inversión que no llega a materializarse, es decir lo que dejas de ganar o ingresar por haber tomado la decisión de no invertir en algo.
La primera persona en hablar del costo de oportunidad fue Friedrich Von Wieser, un austriaco nacido en Viena el 14 de Julio de 1871 que dedico su vida a la economía y a la sociología y que en su obra Teoría de la Economía Social publicada en el año 1914.
Para que exista un costo de oportunidad, es necesario que exista al menos una opción a elegir, es decir, si volvemos al ejemplo de la oferta de trabajo en una ciudad o país distinto, es necesario para calcular el costo de oportunidad, que exista esa oferta de trabajo que conlleve tomar una decisión. Si la decisión fuera no aceptar el traslado y por lo tanto quedarnos en el mismo puesto que estamos, el costo de oportunidad sería por ejemplo el dinero que habremos dejado de ganar por no aceptar la oferta y la posibilidad de conocer un nuevo lugar donde vivir.
Si tenemos varias opciones a elegir, o varias inversiones posibles a realizar, el costo de oportunidad sería el coste de la opción más favorable a la que decidimos renunciar para poder llevar a cabo otra decisión.
El coste de oportunidad puede servir para tomar decisiones muy simples, incluso nos puede ayudar mucho en la vida cotidiana, por ejemplo imaginemos una pareja que quiere salir a cenar, busca restaurantes en su zona, encuentra un restaurante donde el precio medio de la carta es de 40 euros por persona y encuentra otro restaurante donde el precio medio por persona es de 20 euros. Si toma la decisión de ir al restaurante más caro, es decir al de los 40 euros, estará disfrutando de una buena cena, pero debe saber que pierde la oportunidad de ir, por el mismo precio, dos veces al restaurante que cuesta 20 euros por persona.