Ejemplo de égloga


12-09-2017

La égloga es una historia breve y sencilla en la que varios personajes dialogan entre si y cuentan sus hábitos sobre la vida y fundamentalmente sobre sus experiencias amorosas. Es un tipo de poesía lírica que puede asemejarse a una pequeña pieza de teatro y que tiene como telón de fondo la vida en el campo.

ejemplo de egloga

Aunque son historias bastante cortas, mantienen las partes principales de cualquier pieza teatral, es decir, un prólogo, un desarrollo y un final por lo que son muy sencillas de seguir y de comprender.

Para poder hacernos una idea, un ejemplo de égloga sería por ejemplo el encuentro de dos pastores en l campo en el que uno de los personajes le cuenta a otro su empeño en conquistar al amor de su vida y la esperanza que tiene de conseguirlo algún día.

Las primeras églogas que conocemos son anteriores a Cristo y son pequeños poemas griegos de autores conocidos como Teócrito o Mosco y que se desarrollan en un marco un tanto paradisiaco en el que varios personajes relatan una parte de su vida pero cuando más protagonismo tomaron fue en la época Romana ya que sus composiciones se representaban tanto en las calles como en los teatros y obtenían una gran aceptación. Desde entonces hasta nuestros días, las églogas han sufrido variaciones pero fundamentalmente mantienen las mismas reglas que en la antigüedad.

Otra característica de este subgénero de poesía, además de la duración de la misma y de que suelen ser relatadas a través del dialogo de los personajes, es que la música suele ser muy importante durante toda o la mayoría del poema.

Además de en versión de dialogo, también podemos encontrar églogas compuestas por el monólogo de un solo personaje en el que el protagonista de la historia, que suele ser un pastor, narra sus destrezas y pericias sobre algún hecho vivido.

En lengua castellana, los escritores más conocidos que escribieron églogas son Garcilaso de la Vega o Juan de la Encina.

Veamos un ejemplo de égloga:

Albanio:

En medio de invierno está templada
el agua dulce de esta clara fuente,
y en el verano más que una nieve helada.
¡Oh claras ondas, cómo veo presente,
en viéndoos, la memoria de aquel día
de que el alma temblar y arder se siente!
En vuestra claridad ví mi alegría
oscurecerse toda y enturbiarse
cuando os cobré, perdí mi compañía

Égloga II, Garcilaso de la Vega