La etopeya es un recurso literario que trata de explicar de manera minuciosa las características personales de un individuo como puede ser su conducta, su manera de actuar, su forma de pensar... en la descripción se manifiesta tanto los rasgos positivos de la persona como los negativos ya que la intención de la etopeya es exponer el comportamiento de la persona en su totalidad.
Primer ejemplo de etopeya
Ana era una niña tímida, le costaba hacer amigos, solía sentarse en la arena del parque a jugar con su muñeca mientras otras niñas se iban acercando para jugar con ella, pero cuando Ana cogía confianza era muy divertida y parlanchina, tenía un imaginación que asombraba a los que la rodeaban.
Cuando Ana tuvo su primer hermanito se convirtió de la noche a la mañana en una niña responsable, nunca se enfadaba, era ordenada y obedecía siempre a sus padres y profesores y era feliz cuidando de su hermano.
La propia definición de etopeya nos traslada la idea de que solo puede utilizarse esta figura literaria con personas ya que su intención es mostrar las características morales de un individuo pero en literatura infantil también se utiliza la etopeya para dar vida a objetos inanimados o caracterizar animales o plantas.
Cuando se utiliza la etopeya para hacer pública la conducta de alguien, la descripción suele contar siempre con una parte subjetiva ya que no se está explicando algo que se ve primera vista sino que se manifiesta una valoración desde el punto de vista de la persona que lo narra pero que puede no coincidir con la realidad.
La etopeya es muy utilizada en literatura para exponer los rasgos que caracterizan a algunos personajes históricos como Napoleón Bonaparte, Isabel la Católica, Winston Churchill...
Ejemplo adicional de epopeya
Isabel la Católica, era una mujer adelantada a su tiempo, tenía claro sus prioridades y era capaz de imponer sus decisiones en una corte rodeada de hombres. A pesar de las indicaciones de sus consejeros pudo elegir a la persona con la que quería casarse y compartir su vida, Fernando II de Aragón. Era una mujer culta ya que durante su infancia dedicó gran parte de su tiempo a leer libros muchos de ellos con tendencia religiosa por lo que su devoción al cristianismo fue aumentando con el paso de los años pero a Isabel la Católica también se la conoce por la dureza de su carácter, inflexible en sus determinaciones y con valor suficiente para enfrentarse a sus enemigos lo que le sirvió para reconquistar al ciudad de Granada.